Aun cuando los salarios terminen empatándole a la inflación este año, su poder de compra puede incrementarse alrededor de un 8% hasta agosto, producto de aumentos salariales concentrados en los próximos meses, con una inflación bastante estable en torno al 1.8% mensual.
Políticas nacionales tienen más incidencia sobre la pobreza coyuntural, que se combate reduciendo inflación y desempleo, mientras que las políticas provinciales tienen más incidencia sobre la pobreza estructural, que se combate con políticas de educación, salud e infraestructura social.
Aumentar la bancarización es positivo desde muchos puntos de vista pero, en el contexto actual, puede complicar la política monetaria, porque aumenta el multiplicador monetario, justo cuando el Banco Central enfrenta el desafío de cómo contener una emisión excesiva.
A pesar de la idea generalizada de que se aceleró este año, la inflación continúa al ritmo que tenía a finales del año pasado, si se deja afuera el dato de agosto, distorsionado por la reversión de tarifas dispuesta por la Corte. La inflación persiste a un ritmo anualizado de más del 20%.
A pesar de la mejora durante los últimos años, la infraestructura social de Argentina continúa siendo deficiente para porcentajes muy altos de hogares en los principales centros urbanos del país. Lo que marca la gran necesidad de inversión en este tipo de infraestructura.
La infraestructura social, cuya ausencia incide fuertemente sobre la pobreza estructural, mejoró durante los últimos años, como lo muestran las reducciones de hogares con vivienda precaria o en condiciones de hacinamiento, sin cloacas, agua corriente o gas natural, sin pavimento o desagües.
Sigue instalada la idea de que la reactivación aún no ha comenzado, a pesar de que la actividad económica ha estado recuperándose. Puede ser consecuencia de que todavía no ha llegado la mayoría de los aumentos salariales, y que la reactivación es muy heterogénea por sectores.
Argentina ocupa el puesto 85 entre 138 países por la calidad de su infraestructura económica, por debajo de 5 países latinoamericanos, consecuencia de una década y media de muy baja inversión. Revertirlo requiere, al menos, u$s 14,000 millones adicionales por año.
Durante la última década, Argentina invirtió en infraestructura económica menos de la mitad que en los ’90, e incluso menos que en los ’80, y menos que la mayoría de los principales países de la región. Eso explica el atraso de su infraestructura, y la urgencia por revertirlo.
Considerando calidad de infraestructura económica, Argentina ocupa el puesto 85 entre 138 países en el Índice Global de Competitividad, por debajo de Chile, Uruguay, México, Brasil y Colombia. Datos que muestran por qué es tan urgente aumentar la inversión en infraestructura.
El déficit fiscal exige alta emisión de dinero, generándole al Banco Central el problema de cómo lidiar con el exceso de dinero resultante. Promover el uso de medios de pago bancarios puede agravar el problema, por un fenómeno conocido como multiplicador monetario.
Las expectativas se mantenían altas mientras la actividad económica caída, y cayeron este año mientras la actividad económica se recupera. Es importante para el Gobierno regenerar expectativas, para evitar el riesgo de que se frene la reactivación.