En una economía con cierta normalidad, la inflación puede reducirse con políticas monetarias y fiscales, los subsidios injustificados pueden ser eliminados, un atraso cambiario puede ser corregido con devaluaciones, y así con otros problemas.
En una economía con mucho tiempo de alta inflación y con grandes desequilibrios económicos, las políticas económicas tradicionales funcionan de otro modo.
Por eso ordenar la economía que heredará el próximo Gobierno requerirá una alta dosis de pragmatismo.
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