Los problemas institucionales, como las restricciones muy laxas sobre decisiones del Poder Ejecutivo vinculadas al gasto público y la emisión de dinero, o que vulneran la independencia del Poder Judicial o la libertad de expresión, no se resolverán sólo con el cambio de Gobierno.
Porque es habitual criticar la falta de institucionalidad mientras se está en la oposición, para aprovecharla luego cuando se accede al poder.
Por eso hay que exigir, al próximo gobierno, no sólo que solucione los actuales problemas coyunturales, sino también que fortalezca las instituciones que hagan posible dejar atrás tantas décadas de desastres políticos y económicos.
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