Insensibilidad social disfrazada de progresismo

No es cierto que INDEC no esté en condiciones de elaborar estadísticas de pobreza porque sus técnicos no sepan empalmar las series de precios necesarias para definir el umbral de ingresos por debajo del cual una persona o familia es considerada pobre.

Empalmar series estadísticas es una operación básica que no puede poner en aprietos a ningún estadístico profesional. Mucho menos a una institución con la trayectoria de INDEC.

Y si fuera cierto, sería una preocupante confesión del Ministro Kicillof. Alguien que no está en condiciones de empalmar series estadísticas no puede estar en condiciones de definir la política económica del país.

Tampoco es cierto que convenga no medir la pobreza para no estigmatizar a los pobres.

Si lo tomáramos por cierto deberíamos concluir que tampoco hay que medir desempleo, para no estigmatizar a los desempleados, ni distribución del ingreso, para no estigmatizar a las personas de menores ingresos, ni hogares con necesidades básicas insatisfechas, para no estigmatizar a sus integrantes. Un argumento que conduce a conclusiones absurdas es, obviamente, absurdo.

Ninguna estadística puede estigmatizar a nadie simplemente porque las estadísticas no individualizan a las personas consideradas.

A las razones por las cuales el Ministro Kicillof sigue ocultando las cifras de pobreza hay que buscarlas entonces fuera de sus absurdas excusas.

Tal vez sirva analizar qué postura frente a las estadísticas de pobreza sería razonable encontrar en gobiernos preocupados o no por los pobres.

Un gobierno progresista, con sensibilidad social, genuinamente preocupado por los pobres debería (a) medir la pobreza, para cuantificar la magnitud del problema a resolver, (b) diseñar y ejecutar políticas económicas y sociales pensadas para intentar reducir la pobreza, (c) utilizar las estadísticas de pobreza para medir los resultados de esas políticas, (d) profundizar o corregir el rumbo según esos resultados.

Para un gobierno de estas características, no medir la pobreza es directamente inconcebible. Por el contrario, las estadísticas de pobreza serán tal vez el principal indicador que guíe la gestión.

Un gobierno reaccionario, insensible frente al sufrimiento de los pobres, al que le interese usarlos políticamente, preferirá naturalmente ocultar la magnitud del fenómeno y diseñar y ejecutar acciones que le permitan ganar el voto de los pobres.

A un gobierno de estas características no le interesa contar con estadísticas de pobreza porque no le interesa reducirla.

En lugar de festejar cuando la cantidad de pobres se reduce festeja cuando aumentan las ayudas sociales, aunque la pobreza aumente. No le importan los pobres, sino la oferta política hacia ellos.

Las declaraciones de Kicillof muestran un nivel de insensibilidad social incompatible con un gobierno genuinamente preocupado por los pobres.

Del mismo modo que la absoluta indiferencia del Gobierno frente a las muertes por desnutrición de niños en el norte del país.

El análisis económico del día. Por Gastón Utrera.

@GastonUtrera


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