Es necesario un impulso a la inversión pública para recuperar la infraestructura económica, que incide sobre la competitividad, y aumentar la infraestructura social, que incide sobre la calidad de vida. Esa mayor inversión debería además generar empleo en todo el país.
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La infraestructura económica, que incide sobre la competitividad, se atrasó en los últimos años por baja inversión. La infraestructura social, que incide sobre la calidad de vida, mejoró, pero sigue habiendo un importante déficit. Es claro que hace falta un gran impulso a la inversión pública.
Los planteos de que el Gobierno no tiene plan económico, o que tiene uno parecido al del gobierno anterior, no tienen demasiado sustento. Tal vez sean consecuencia de no interpretar correctamente las restricciones políticas y sociales que condicionan las decisiones.
Continúan las críticas al Presidente por no centralizar las decisiones de política económica en un súper ministro. Dado que los presidentes no suelen cambiar su modo de gestionar, tiene menos sentido seguir esa discusión que analizar la calidad de la coordinación entre ministerios.
Empresarios de distintos sectores plantean que el atraso cambiario es un problema, y el Banco Central responde que con flotación cambiaria no puede haber atraso, porque el mercado siempre se equilibra. Están hablando de desequilibrios y equilibrios diferentes.
Es fácil criticar hoy al Banco Central por la disyuntiva en que quedó encerrado: persistir con la meta, poniendo en riesgo la recuperación, o subir la meta, perdiendo credibilidad. Pero esto no era tan claro al momento de fijar la meta, cuando todavía tenía chances de funcionar.
Cuando, luego de fijar una meta de inflación, no se logra alinear decisiones de empresarios y sindicatos en línea con esa meta, se produce una disyuntiva: insistir con la meta es recesivo, subirla hace perder la credibilidad necesaria para bajar la inflación. En esa disyuntiva está hoy el BCRA.
Aun cuando los salarios terminen empatándole a la inflación este año, su poder de compra puede incrementarse alrededor de un 8% hasta agosto, producto de aumentos salariales concentrados en los próximos meses, con una inflación bastante estable en torno al 1.8% mensual.
Políticas nacionales tienen más incidencia sobre la pobreza coyuntural, que se combate reduciendo inflación y desempleo, mientras que las políticas provinciales tienen más incidencia sobre la pobreza estructural, que se combate con políticas de educación, salud e infraestructura social.
Aumentar la bancarización es positivo desde muchos puntos de vista pero, en el contexto actual, puede complicar la política monetaria, porque aumenta el multiplicador monetario, justo cuando el Banco Central enfrenta el desafío de cómo contener una emisión excesiva.
A pesar de la idea generalizada de que se aceleró este año, la inflación continúa al ritmo que tenía a finales del año pasado, si se deja afuera el dato de agosto, distorsionado por la reversión de tarifas dispuesta por la Corte. La inflación persiste a un ritmo anualizado de más del 20%.
A pesar de la mejora durante los últimos años, la infraestructura social de Argentina continúa siendo deficiente para porcentajes muy altos de hogares en los principales centros urbanos del país. Lo que marca la gran necesidad de inversión en este tipo de infraestructura.
La infraestructura social, cuya ausencia incide fuertemente sobre la pobreza estructural, mejoró durante los últimos años, como lo muestran las reducciones de hogares con vivienda precaria o en condiciones de hacinamiento, sin cloacas, agua corriente o gas natural, sin pavimento o desagües.
Sigue instalada la idea de que la reactivación aún no ha comenzado, a pesar de que la actividad económica ha estado recuperándose. Puede ser consecuencia de que todavía no ha llegado la mayoría de los aumentos salariales, y que la reactivación es muy heterogénea por sectores.
Durante la última década, Argentina invirtió en infraestructura económica menos de la mitad que en los ’90, e incluso menos que en los ’80, y menos que la mayoría de los principales países de la región. Eso explica el atraso de su infraestructura, y la urgencia por revertirlo.
Considerando calidad de infraestructura económica, Argentina ocupa el puesto 85 entre 138 países en el Índice Global de Competitividad, por debajo de Chile, Uruguay, México, Brasil y Colombia. Datos que muestran por qué es tan urgente aumentar la inversión en infraestructura.
El déficit fiscal exige alta emisión de dinero, generándole al Banco Central el problema de cómo lidiar con el exceso de dinero resultante. Promover el uso de medios de pago bancarios puede agravar el problema, por un fenómeno conocido como multiplicador monetario.
Las expectativas se mantenían altas mientras la actividad económica caída, y cayeron este año mientras la actividad económica se recupera. Es importante para el Gobierno regenerar expectativas, para evitar el riesgo de que se frene la reactivación.
Una vez que la pobreza descienda, a medida que vayan bajando la inflación y el desempleo, quedará pendiente sostener la estabilidad económica, para no volver a incrementar la pobreza, y reducir la pobreza estructural, que tiene a persistir aun en contextos económicos favorables.
El periodo incluido en la última moratoria, hasta el 31 de mayo de 2016, quedó corto al continuar por unos meses más la recesión. Convendría modificarlo, para que miles de pequeñas y medianas empresas queden en mejores condiciones de aprovechar la recuperación económica.