La licuación del valor real de la recaudación y la desmonetización de la economía son dos consecuencias de una inflación muy elevada, que a su vez aumentan la inflación, conduciendo hacia la hiperinflación. Ambos fenómenos están hoy muy lejos de producirse.
Hay economistas que citan casos como el del Plan de Convertibilidad para justificar el intento de bajar la inflación a través de un fuerte ajuste fiscal. Pero aquella reducción de la inflación fue consecuencia de una estricta regla de política monetaria.
Ciertos economistas críticos del actual plan económico citan el caso del inicio del Plan Austral, cuando la inflación cayó de manera abrupta, como argumento para proponer un fuerte ajuste fiscal. Lo curioso es que en aquella ocasión fue la baja de la inflación la que permitió reducir el déficit fiscal.
No han sido muy sólidas las críticas al acuerdo con los fondos buitre, argumentando que la negociación fue demasiado rápida, que favorece el accionar de los fondos buitre y que abre la puerta a un excesivo endeudamiento.
La inflación es, para el Presidente del Banco Central, un fenómeno estrictamente monetario y, para el Ministro de Hacienda y Finanzas, un fenómeno, además de monetario, vinculado a la coordinación de decisiones de ajustes de precios y salarios.
Muchas de las críticas al “gradualismo fiscal” del actual plan económico se basan en un análisis equivocado de experiencias anteriores, como el Plan Austral o el Plan de Convertibilidad, ninguno de los cuales recurrió a abruptos ajustes fiscales para bajar la inflación.
La frecuente demora en lograr reducir la inflación puede deberse a cierta tendencia de cada nuevo gobierno a subestimar la herencia recibida y sobre-estimar el impacto de mejores expectativas. Hoy puede deberse a cierta ingenuidad vinculada al impacto de la unificación cambiaria.
El Gobierno parece algo sorprendido por la mayor inflación desde noviembre, y eso está alimentando propuestas de ajuste fiscal más agresivo. El riesgo es que el Gobierno finalmente decida tomar ese rumbo, costoso en términos económicos y políticos.
Para reducir una inflación elevada como la actual se requieren dos conjuntos de políticas económicas: políticas fiscales, monetarias y cambiarias para reducir las presiones inflacionarias y políticas de ingresos para moderar la inercia inflacionaria.
De manera coincidente, los índices de la Ciudad de Buenos Aires y de la oposición en el Congreso muestran alta inflación entre noviembre y enero. Estos números, en medio de aumentos de tipo de cambio y tarifas, ponen en riesgo el cumplimiento de la meta oficial de inflación.
Los acuerdos de precios suelen fracasar, pero pueden servir en un contexto muy específico, cuando es necesario coordinar decisiones de ajustes de precios y salarios que ya vienen coordinadas a un ritmo elevado.
Es común pensar que la inflación es un fenómeno estrictamente monetario y que, por lo tanto, los planes anti-inflacionarios monetaristas son adecuados. Pero cuando la inflación es elevada se activan fenómenos no monetarios, que requieren políticas económicas adicionales.
Tanto el anterior como el actual Gobierno advirtieron a los empresarios que, en caso de no moderar aumentos de precios, podrían abrir importaciones. Pero es una medida que no sirve para bajar la inflación, porque tiene un impacto acotado y por única vez sobre los precios.
El actual Gobierno retoma la idea del anterior Gobierno de que la inflación es consecuencia de mercados concentrados, y entonces acciones de defensa de la competencia sirven para reducirla. Esas acciones pueden beneficiar a los consumidores, pero no reducir la inflación.
El nuevo gobierno recurre a ideas económicas del gobierno anterior, como la amenaza con apertura de importaciones, la utilización de precios de referencia o el foco en los mercados concentrados. Nada de eso sirve para bajar la inflación.
El argumento de que precios de referencia sirven para bajar la inflación era falso cuando lo usaba el Ministro Kicillof para justificar Precios Cuidados y es falso también ahora. El sitio propuesto por el Ministerio de Producción para publicar precios difícilmente incida sobre la inflación.
Durante 2015 era común restar de las reseras del Banco Central distintas deudas. Hoy se habla de un monto de reservas que incluye dólares prestados por bancos privados. Lo cierto es que el poder de fuego del Banco Central está dado por el total de reservas.
Utilizar un enfoque de metas de inflación en el contexto actual, luego de una fuerte devaluación, en medio de aumentos de tarifas y sin estadísticas oficiales de inflación, puede requerir instrumentos adicionales a los habituales en este tipo de enfoques.
“Las ventas de departamentos en Córdoba, al contado o con financiaciones cortas, crecieron 7.8% durante 2015, pero muestran cierta tendencia decreciente desde marzo en adelante”
Descarga: CEDUC Dic 2015
Área Estadística. Economic Trends.