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Política Cambiaria
1.- Dos claves de análisis para anticipar lo que puede ocurrir con el dólar durante 2019: (a) todos […]
Empresarios de distintos sectores plantean que el atraso cambiario es un problema, y el Banco Central responde que con flotación cambiaria no puede haber atraso, porque el mercado siempre se equilibra. Están hablando de desequilibrios y equilibrios diferentes.
Déficit fiscal y tipo de cambio están estrechamente relacionados: un déficit fiscal elevado mantiene bajo el tipo de cambio. Como ocurre actualmente, cuando el endeudamiento externo para financiar el déficit fiscal genera exceso de dólares y bajo tipo de cambio.
Poco antes de asumir, el Ministro de Hacienda planteaba que el tipo de cambio tal vez no esté atrasado, lo que se vería reflejado en el crecimiento de las exportaciones de servicios, cuanto en realidad tales exportaciones dejaron de crecer hace 6 años. Difícil resolver un problema no reconocido.
En un contexto de alta inflación, las devaluaciones no funcionan como cabría esperar, aumentando más el tipo de cambio que los precios internos, porque el tipo de cambio funciona como valor de referencia, impactando sobre la mayoría de los precios.
La actual flotación cambiaria tiende a amortiguar el impacto de los shocks externos y a reducir la especulación cambiaria y, a largo plazo, podría contribuir a desligar del dólar a los precios internos. Pero es difícil de ejecutar cuando la inflación está todavía tan ligada a los movimientos del dólar.
Para que la reciente unificación cambiaria resulte exitosa, deberá cumplir tres objetivos: que no vuelvan las presiones cambiarias, que no se acelere la inflación y que logremos salir del atraso cambiario. Por ahora, sólo estaría cumpliéndose el primer objetivo.
Los datos de inflación en octubre confirman, como en meses previos, que es falsa la principal hipótesis con que se justifica una unificación cambiaria: que a lo largo del año ha ido trasladándose el dólar paralelo a los precios internos.
Unificar el tipo de cambio es riesgoso, por su impacto inflacionario y por el riesgo de excesiva presión de la demanda de dólares por motivos financieros sobre el dólar unificado. Desdoblar el tipo de cambio podría ser un paso previo a la unificación, para reducir esos riesgos.
Desdoblar el tipo de cambio es un retroceso si se parte de una situación normal, pero un avance si se parte de un cepo cambiario. Por eso unificar rápido es, de algún modo, “quemar las naves”. Si no funciona la unificación, es difícil justificar luego un desdoblamiento.
Aun cuando fuera correcta la hipótesis de que los importadores ya han trasladado a precios internos el valor del dólar paralelo, una unificación cambiaria igual sería inflacionaria ya que subiría los precios internos de bienes exportables, como los alimentos.
A diferencia de un contexto de baja inflación, en el cual devaluar aumenta sólo precios internos de bienes vinculados al comercio exterior, en un contexto de alta inflación también aumentan precios internos del resto de los bienes, haciendo difícil una unificación cambiaria.
La unificación cambiaria que propone Macri descansa en dos hipótesis: la mayor confianza dejará el dólar unificado por debajo del actual paralelo y la suba del dólar oficial no generará inflación adicional. La segunda hipótesis es mucho menos razonable que la primera.
A pesar de cierta convergencia de agendas económicas entre Scioli y Macri, persisten marcadas diferencias sobre qué hacer con el dólar, con el equipo de Macri pensando en una unificación cambiaria hacia arriba y el de Scioli pensando en una salida gradual.
Aunque puedan identificarse precios internos que reflejen el dólar paralelo en lugar del oficial, se trata de precios insignificantes a nivel macroeconómico, ya que de lo contrario la inflación debería haberse acelerado cuando subió fuertemente el dólar paralelo.
Suele argumentarse que, con suficiente confianza, liberar el tipo de cambio podría dejar un dólar por debajo del actual paralelo. Pero podría generarse una sobre-reacción, como ocurrió en 2002.
A diferencia de otros países, en Argentina las reservas importan porque indican el poder de fuego del Banco Central para enfrentar presiones cambiarias. Con pocas reservas y muchos pasivos a cubrir con ellas, el próximo Gobierno enfrentará riesgos de inestabilidad cambiaria.
El argumento de que una unificación cambiaria subiendo el dólar oficial no debería trasladarse a precios internos porque estos ya reflejan el valor del paralelo se basa en una hipótesis que no corroborada.