Absurdo diagnóstico oficial

El análisis económico del día. Ante problemas que van desde la falta de tampones hasta la caída en la venta de autos, el Gobierno acusa a los empresarios de tomar decisiones equivocadas, incluso contra sus propios intereses.

Esto resulta inverosímil, conduce a un intervencionismo contraproducente y desvía la atención de los verdaderos problemas.


Según el Jefe de Gabinete, el desabastecimiento de tampones es consecuencia de una estrategia comercial de los importadores. Es decir, no importan cuando su negocio es, justamente, importar. Según Capitanich, los importadores no conocen su negocio.

Del mismo modo que, cuando comenzó a caer la venta de autos, el argumento de la Ministra de Industria fue que las automotrices se habían “pegado un tiro en el pie” con subas excesivas de precios que perjudicaban sus ventas. Según Giorgi, las automotrices no saben vender autos.

La Presidenta llegó a explicar a los productores agropecuarios, por cadena nacional, que cuanto mayor es el nivel de retenciones a las exportaciones de trigo, mayor es su producción. Según CFK, los productores agropecuarios tampoco entienden su negocio y no saben que se benefician con más impuestos.

Que la mayoría de los problemas de la economía se deban a que el sector privado no entiende su negocio y toma sistemáticamente decisiones en contra de sus propios intereses es una visión que tiene varios problemas.

No es verosímil. Los mercados pueden funcionar mal por distintos motivos. Pero no es razonable plantear que funcionan mal porque quienes están involucrados en ellos decidan sistemáticamente en contra de sus propios intereses. Cuando los mercados funcionan mal, en general ocurre por otros motivos.

Conduce a políticas equivocadas. Si el Gobierno cree que entiende cómo funcionan los negocios mejor que los propios empresarios, seguramente terminará tratando de tomar decisiones por ellos. ¿Alguien cree que la economía funcionaría mejor así?

¿Acaso Kicillof y su gente saben más del negocio importador, de la venta de autos y del negocio agropecuario que los importadores, las automotrices y los productores agropecuarios?

¿Los empresarios tienen los mismos incentivos a invertir y producir cuando parte de sus decisiones son impuestas por un funcionario público?

Desvía la atención pública de los verdaderos problemas a resolver. El problema no es cómo intervenir para que aparezcan tampones en el mercado. El verdadero problema es cómo revertir el atraso cambiario que obliga al Gobierno a restringir importaciones de un modo arbitrario.

No es casualidad que el Gobierno que plantea este tipo de diagnósticos sea el que desempolvó la vieja Ley de Abastecimiento de 1974.

Incurriendo en el absurdo de querer forzar a los mercados a que garanticen el abastecimiento.

A los mercados se los puede criticar por muchas cosas. Por ejemplo, por generar una injusta distribución del ingreso.

Pero no por no abastecer de productos. Eso es, justamente, lo que mejor hace el capitalismo (ver nota “Para qué sirve una ley de abastecimiento”).

Hasta Karl Marx lo sabía.

Por eso criticaba al capitalismo por injusto, no por generar desabastecimiento.