Zannini no es Mariotto

Parte de los votantes de Daniel Scioli tenía la expectativa de que, en caso de ganar la elección presidencial, terminara dándole la espalda al proyecto kirchnerista, encarando un rumbo propio.

Luego de la nominación de Carlos Zannini como compañero de fórmula hay quienes creen que eso todavía es posible.

A fin de cuentas, Gabriel Mariotto fue designado compañero de fórmula para la reelección en la provincia de Buenos Aires con un rol aparentemente similar al que se habría asignado ahora a Zannini, y Scioli terminó anulándolo.

Pero ocurre que hay una diferencia importante entre Zannini y Mariotto.

Mariotto se sumó, en la segunda gestión de Scioli en la provincia de Buenos Aires, a un gobierno que ya venía funcionando. Un cargo de vicegobernador en esas condiciones implica apenas presidir el Senado provincial. Poco para condicionar seriamente una gestión de gobierno.

Pero Zannini no se sumaría a una gestión controlada por Scioli, quedando su función acotada a presidir las sesiones del Senado de la Nación.

Ocurre más bien lo contrario: todos los resortes del Estado nacional ya son controlados desde hace 12 años por Zannini.

Podría decirse entonces que tal vez es Scioli quien se sumaría a un gobierno que ya viene funcionando al mando de Zannini.

Concretamente, si alguien pensaba que Scioli como presidente podría eventualmente, por ejemplo, desplazar a Gils Carbó de la Procuraduría General de la Nación, tal vez debería repensarlo. Con Zannini de vicepresidente es probable que Gils Carbó continúe en su cargo y le reporte directamente.

Lo mismo si alguien pensaba que Scioli podría eventualmente desplazar o aislar a funcionarios de La Cámpora repartidos por casi todos los rincones del Estado nacional. Gran parte del Estado podría seguir reportando a Zannini.

No es descabellado pensar que Alejandro Vanolli, presidente del BCRA, continúe en funciones y le reporte directamente a Zannini.

Cuesta pensar hoy en qué área Scioli podría tener más control del Estado que Zannini sin generar un conflicto político de magnitud con su propio vicepresidente.

Zannini no tendría entonces un rol secundario, casi marginal, como han tenido históricamente los vicepresidentes en Argentina.

Sería un vicepresidente tal vez con más control del Estado que el propio presidente.

Y con la posibilidad de desestabilizarlo y sucederlo en algún momento (la hipótesis Jozami), condicionándolo así desde el comienzo.

Las implicancias son múltiples.

Juan Schiaretti, con altas chances de convertirse en gobernador de Córdoba en las elecciones del 5 de julio, asumió el compromiso de derogar el mecanismo de diferimiento de ajustes jubilatorios que permitió, aprovechando la elevada inflación, reducir el déficit de la Caja de Jubilaciones.

Lo hizo aclarando que su promesa está condicionada a conseguir los fondos que el Estado nacional le debe a la Provincia, pero que está seguro de conseguirlos porque tiene buen diálogo con todos los candidatos a la presidencia, incluido Scioli. Con Zannini en la vicepresidencia, controlando gran parte del aparato estatal, no parece tan fácil lograrlo. Al menos no está garantizado.

Del mismo modo, recuperar fondos que sirvan para financiar obras públicas, o conseguir avales de la Nación para ciertos créditos, tampoco está garantizado en un Estado controlado por Zannini.

A fin de cuentas, ¿por qué habría de cambiar demasiado la relación fiscal y financiera de la Provincia con el Estado nacional en caso de que Zannini continuara teniendo la misma incidencia en las decisiones del gobierno nacional que ha tenido durante los últimos 12 años?

El análisis económico del día. Por Gastón Utrera.

@GastonUtrera


 

Contenido complementario:

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