La agenda desarrollista del presidente Arturo Frondizi, a finales de los ’50, todavía relevante en la actualidad, ponía énfasis en las inversiones productivas, incluyendo inversiones externas, para lograr autoabastecimiento energético y sustitución de importaciones de insumos industriales, y solucionar así la persistente escasez de divisas.
Pero aquella experiencia no puso suficiente énfasis en las políticas necesarias para estabilizar la economía y reducir la inflación, que al año siguiente de la asunción de Frondizi superó, por primera vez en la historia argentina, el 100% anual.
Aquella experiencia es importante hoy para comprender que una inflación elevada no se reduce sólo promoviendo inversiones, como proponen algunos candidatos a la presidencia.
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