La elevada inflación está generando, al menos, tres problemas para las empresas constructoras: costos financieros por demoras en pagos de certificados de obras, costos económicos por deficiencias de los esquemas de redeterminación de costos y costos económicos en el caso de proyectos inmobiliarios con cuotas indexadas por índices que evolucionan de manera diferente a los costos del proyecto.
Inflación
La actual política anti-inflacionaria fue anunciada, hace ya más de seis meses, en septiembre de 2018, en ocasión […]
La inflación en torno al 25% en 2017 era predecible a partir de comprender los motivos de la marcada inercia inflacionaria observada en los últimos años. Por eso no fue previsto por quienes consideran a la inflación un fenómeno exclusivamente monetario.
Dada la marcada persistencia de la inflación, desde hace casi un año, en torno al 1.7% mensual, es probable que los datos de inflación que se conozcan en octubre, antes de la elección, muestren que para ese entonces ya se habrá agotado la meta oficial de inflación para todo el año.
Hasta la elección de octubre, la actividad económica seguramente dará buenas noticias al Gobierno, a diferencia de la inflación, que seguramente habrá agotado para octubre la meta anual. Menores presiones financieras y cambiarias son el principal impacto económico de las PASO.
Sin el enfoque monetario sería imposible comprender la historia inflacionaria argentina, pero transformarlo en un dogma impide comprender por qué la inflación se resiste tanto a bajar, a pesar de la política monetaria contractiva. La inflación núcleo ya lleva un año estancada en el 1.7% mensual.
El Banco Central baja o sube las tasas de interés dependiendo de si interpreta que la inflación está bajando o subiendo. Sin embargo, durante el último año, ha bajado y subido tasas de interés a pesar de que la inflación casi no ha tenido cambios. Algo falla en el modo como interpreta la inflación.
Uno de los objetivos de la libre flotación del dólar que promueve el Banco Central es desalentar el traslado de subas del tipo de cambio a los precios internos. La idea es interesante, pero implica el riesgo de mayor inflación hasta que los precios internos efectivamente se desconecten algún día del dólar.
Preocupación por el atraso cambiario y, a las pocas semanas, preocupación por la suba del dólar. Lo que suele mencionarse como una psicología muy particular de los argentinos es, en realidad, consecuencia de la trampa que implica la combinación de atraso cambiario con inflación.
Con inflación este año entre 20% y 25%, el argumento del BCRA de que, aun incumpliendo sus metas, logra menor inflación que la heredada, será menos defendible cuanto más cerca termine del 25%. El problema es que, dada la persistencia que viene mostrando la inflación, existe un alto riesgo de terminar más cerca de 25% que de 20%.
Hace casi un año que cada mes se pronostica, de manera generalizada, que la inflación caerá al 1% mensual a partir del mes siguiente. Como no se cumple, el pronóstico va corriéndose cada mes. Ocurre por interpretar equivocadamente a la inflación sólo como un fenómeno monetario.
La inflación en Argentina ha mostrado una marcada persistencia durante los últimos 7 años, en torno al 2% mensual. Aunque la teoría económica plantea que una inflación tan elevada no debería ser estable, la explicación está en ciertos fenómenos no monetarios que inciden sobre la inflación.
La inflación es un fenómeno monetario, pero no sólo eso. Cuando ya es elevada se activan ciertos procesos no monetarios que le dan estabilidad, pero que al mismo tiempo hacen que sea difícil reducirla, especialmente si se recurre sólo a la política monetaria.
La idea de que subir las tasas de interés tiene bajo impacto económico porque el sistema bancario es muy pequeño en Argentina no tiene mucho sentido, ya que las tasas de interés del sistema bancario sirven de referencia para las operaciones en el mercado informal.
Las expectativas de una inflación en torno al 1% mensual en los próximos meses no tienen mucho sustento. Los propios monetaristas sostienen que la política monetaria actúa con importantes retardos, y la realidad muestra una inflación que no ha reaccionado a la política monetaria.
Excluyendo precios regulados, como tarifas de energía y servicios públicos, cuyos ajustes inciden transitoriamente, la inflación oficial promedió 1.7% mensual durante cada uno de los últimos tres trimestres. Esta marcada estabilidad es un dato relevante para la política anti-inflacionaria.