Durante los primeros 10 meses del año, la inflación evolucionó de un modo prácticamente idéntico a como había evolucionado en 2011 y 2012.
Esta evolución muestra una marcada estabilidad en torno al 2% mensual, casi independientemente del ritmo de emisión de dinero y de variación de la actividad económica.
Refleja cierta coordinación del proceso de ajustes de precios y salarios, cuyo ritmo no se reduce sólo con ajuste fiscal y monetario.
Bajar la inflación requiere entonces incidir deliberadamente en ese proceso, con acuerdos con empresarios y sindicatos.
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