Se ha instalado la idea de que sólo se justifica la colocación de deuda pública para financiar obras de infraestructura. Jamás para financiar gastos corrientes.
Sin embargo existen situaciones en las cuales tiene sentido financiar, transitoriamente, gastos corrientes con deuda.
Por ejemplo, cuando hay que optar entre reducir abruptamente el déficit fiscal reduciendo gasto público, a riesgo de hundir a la economía en recesión, o reducirlo gradualmente por aumento de la recaudación a medida que aumenta la actividad económica.
Esta última alternativa implica colocar deuda pública para financiar, transitoriamente, gasto corriente.
El análisis, en 1 minuto. Click aquí.
Contenidos complementarios: