Entre los extremos de la alta competitividad de la industria alimenticia y la baja competitividad de algunos rubros de la industria electrónica dedicados sólo a ensamblar dispositivos, existe un rango amplio de ramas industriales con distintos niveles de competitividad.
Se trata de sectores que han desarrollado capacidades técnicas y empresariales y recursos humanos capacitados y especializados que un criterio de diversificación productiva aconsejaría no perder.
Estas ramas industriales requieren políticas que permitan reducciones de costos reales y aumentos de valor agregado a partir de la innovación.
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