La idea de que subir las tasas de interés tiene bajo impacto económico porque el sistema bancario es muy pequeño en Argentina no tiene mucho sentido, ya que las tasas de interés del sistema bancario sirven de referencia para las operaciones en el mercado informal.
La caída en las ventas de departamentos de primera mano en Córdoba durante marzo puede haber sido consecuencia de fenómenos transitorios, aunque el endurecimiento de la política monetaria desde abril puede hacer más difícil la recuperación en los próximos meses.
La provincia de Córdoba necesita 26,500 nuevas viviendas para eliminar habitación y cohabitación en viviendas precarias y 27,500 nuevas viviendas para eliminar cohabitación en viviendas no precarias. Además, 188,300 viviendas requieren ampliación para eliminar situaciones de hacinamiento.
El déficit de viviendas en la provincia de Córdoba llega a casi 54,000 viviendas, de las cuales 26,503 son necesarias para que ninguna familia resida en viviendas precarias y 27,401 para eliminar la cohabitación en viviendas no precarias. 188,339 viviendas requieren ampliación para eliminar situaciones de hacinamiento.
Las expectativas de una inflación en torno al 1% mensual en los próximos meses no tienen mucho sustento. Los propios monetaristas sostienen que la política monetaria actúa con importantes retardos, y la realidad muestra una inflación que no ha reaccionado a la política monetaria.
Excluyendo precios regulados, como tarifas de energía y servicios públicos, cuyos ajustes inciden transitoriamente, la inflación oficial promedió 1.7% mensual durante cada uno de los últimos tres trimestres. Esta marcada estabilidad es un dato relevante para la política anti-inflacionaria.
Hay críticos de la política económica actual que plantean que el proceso de endeudamiento es insostenible. El Gobierno responde que la deuda pública es todavía relativamente baja, lo cual es cierto. El problema actual con el endeudamiento es su impacto sobre el tipo de cambio.
Es necesario un impulso a la inversión pública para recuperar la infraestructura económica, que incide sobre la competitividad, y aumentar la infraestructura social, que incide sobre la calidad de vida. Esa mayor inversión debería además generar empleo en todo el país.
La infraestructura económica, que incide sobre la competitividad, se atrasó en los últimos años por baja inversión. La infraestructura social, que incide sobre la calidad de vida, mejoró, pero sigue habiendo un importante déficit. Es claro que hace falta un gran impulso a la inversión pública.
Los planteos de que el Gobierno no tiene plan económico, o que tiene uno parecido al del gobierno anterior, no tienen demasiado sustento. Tal vez sean consecuencia de no interpretar correctamente las restricciones políticas y sociales que condicionan las decisiones.
Continúan las críticas al Presidente por no centralizar las decisiones de política económica en un súper ministro. Dado que los presidentes no suelen cambiar su modo de gestionar, tiene menos sentido seguir esa discusión que analizar la calidad de la coordinación entre ministerios.
Empresarios de distintos sectores plantean que el atraso cambiario es un problema, y el Banco Central responde que con flotación cambiaria no puede haber atraso, porque el mercado siempre se equilibra. Están hablando de desequilibrios y equilibrios diferentes.
Es fácil criticar hoy al Banco Central por la disyuntiva en que quedó encerrado: persistir con la meta, poniendo en riesgo la recuperación, o subir la meta, perdiendo credibilidad. Pero esto no era tan claro al momento de fijar la meta, cuando todavía tenía chances de funcionar.
Cuando, luego de fijar una meta de inflación, no se logra alinear decisiones de empresarios y sindicatos en línea con esa meta, se produce una disyuntiva: insistir con la meta es recesivo, subirla hace perder la credibilidad necesaria para bajar la inflación. En esa disyuntiva está hoy el BCRA.
Mientras la red de agua corriente alcanza a prácticamente el 100% de los hogares en el Gran Córdoba, las redes cloacales y de gas natural alcanzan sólo al 47.1% y 65% de los hogares, por debajo de los niveles registrados en Rosario.