Hay críticos de la política económica actual que plantean que el proceso de endeudamiento es insostenible. El Gobierno responde que la deuda pública es todavía relativamente baja, lo cual es cierto. El problema actual con el endeudamiento es su impacto sobre el tipo de cambio.
Política Fiscal
El periodo incluido en la última moratoria, hasta el 31 de mayo de 2016, quedó corto al continuar por unos meses más la recesión. Convendría modificarlo, para que miles de pequeñas y medianas empresas queden en mejores condiciones de aprovechar la recuperación económica.
Déficit fiscal y tipo de cambio están estrechamente relacionados: un déficit fiscal elevado mantiene bajo el tipo de cambio. Como ocurre actualmente, cuando el endeudamiento externo para financiar el déficit fiscal genera exceso de dólares y bajo tipo de cambio.
Reducir impuestos al trabajo mejora la competitividad preservando el nivel de salarios. Tomar a cuenta del IVA el total de las contribuciones al sistema previsional permite reducir el costo total de transporte en casi 3% para una empresa radicada en Córdoba.
Una manera de aumentar la competitividad, reduciendo costos logísticos, es reduciendo impuestos al trabajo en empresas de transporte. Por ejemplo, tomar a cuenta de IVA la totalidad de la contribución al sistema previsional lograría una reducción de costos de entre 2.7% y 3%.
Si con una reducción de impuestos al trabajo se pretendiera sólo reducir el empleo en negro, tendría sentido aplicarla sólo a los nuevos empleos registrados. Si se pretendiera también mejorar la competitividad, tendría más sentido aplicarla también a los empleos existentes.
Las PyMEs pagan, sumando salario y contribuciones patronales, casi un 50% más de lo que recibe el trabajador, una vez deducidos de su salario los aportes personales. Reducir esa brecha puede mejorar la competitividad sin reducir salarios, e incentivar el empleo en blanco.
Legislar sobre impuestos es una tarea compleja, por sus impactos distributivos y las distorsiones que genera en las decisiones de los contribuyentes, entre otros efectos. Por eso requiere análisis y debates más rigurosos que los observados en estos días en el Congreso.
El Banco Central sigue emitiendo mucho dinero como consecuencia del elevado déficit fiscal. Si bien financia sólo una parte del déficit con emisión monetaria, igual emite dinero para comprar los dólares resultantes de la colocación de deuda para financiar el resto del déficit.
Un eventual fallo de la Corte que obligue a dar marcha atrás con el ajuste de tarifas obligaría al Gobierno a optar por el mal menor entre reducir gastos en obra pública o incumplir la meta de déficit fiscal. Enfrentado a esa disyuntiva, probablemente prefiera lo segundo.
El déficit fiscal se incrementó durante el primer semestre por encima de la inflación, proceso que puede agravarse durante este semestre por mayor gasto en obras públicas, menor recaudación por recesión y dificultades para reducir los subsidios económicos.
El Gobierno no realizó las audiencias públicas establecidas por ley antes de incrementos de tarifas, con un argumento discutible, contrario a la lógica regulatoria, poniendo así en riesgo el ajuste tarifario que necesitaba para reducir el déficit fiscal.
Existe bastante consenso en que la presión tributaria en Argentina ya es demasiado elevada, tanto a nivel nacional como de provincias y municipios. Sin embargo, hay tributos que siguen incrementándose, como el Impuesto a los Ingresos Brutos en Córdoba.
La licuación del valor real de la recaudación y la desmonetización de la economía son dos consecuencias de una inflación muy elevada, que a su vez aumentan la inflación, conduciendo hacia la hiperinflación. Ambos fenómenos están hoy muy lejos de producirse.
Hay economistas que citan casos como el del Plan de Convertibilidad para justificar el intento de bajar la inflación a través de un fuerte ajuste fiscal. Pero aquella reducción de la inflación fue consecuencia de una estricta regla de política monetaria.
Ciertos economistas críticos del actual plan económico citan el caso del inicio del Plan Austral, cuando la inflación cayó de manera abrupta, como argumento para proponer un fuerte ajuste fiscal. Lo curioso es que en aquella ocasión fue la baja de la inflación la que permitió reducir el déficit fiscal.
Proponer ajustes fiscales utilizando la analogía con una familia incurre en una falacia de composición: en muchos aspectos la macroeconomía no funciona como una familia, y eso es propio de cualquier sistema.
Cuando ya no es posible financiar déficit fiscal con deuda o con emisión de dinero, surge un dilema: mantenerlo puede generar serios problemas económicos, pero ajustar suele ser recesivo, regenerando el déficit que se pretendía reducir.