El análisis económico del día. El Jefe de Gabinete defendió el Impuesto a las Ganancias, algo fuera de discusión.
Omitió que lo cuestionable es que, una vez definidas las alícuotas, y quiénes no deben tributar el impuesto, el Gobierno lo modifique arbitrariamente aprovechando la inflación.
El Jefe de Gabinete defendió el Impuesto a las Ganancias. Dijo que “es filosófica e ideológicamente necesario cobrar Ganancias, porque grava la manifestación de capacidad contributiva; implica que quien más gana deber ser quien solidariamente más contribuya».
Esto es cierto. El Impuesto a las Ganancias, bien diseñado, es un impuesto más progresivo que la mayoría del resto de los impuestos. Las personas de bajos ingresos no lo pagan, mientras que sí pagan, por ejemplo, IVA.
Que los salarios no deban pagar el impuesto porque “no son ganancia” no es razonable. Lo de “ganancias” es una cuestión semántica.
Un impuesto a los ingresos permite diseñar una estructura tributaria progresiva (que pague más quien más gane) y, a igual ingreso, un asalariado debería tributar lo mismo que un cuentapropista, por más que este último tenga “ganancias” y el primero tenga “salario”.
Pero el planteo del Jefe de Gabinete desvía la atención, porque el problema no es que exista el Impuesto a las Ganancias, ni que grave los salarios.
El problema es que el Gobierno aproveche la inflación para aumentar arbitrariamente la carga impositiva sobre quienes están alcanzados con el Impuesto a las Ganancias, y para cobrar el impuesto a quienes se suponía no debían pagarlo.
A partir de qué nivel de ingresos se tributa Impuesto a las Ganancias y qué alícuota corresponde a cada tramo de ingresos deberían ser definiciones de la sociedad a través del Congreso de la Nación, por el principio de que no debe haber tributación sin representación.
El problema surge cuando, una vez que la sociedad, a través del Congreso, definió quiénes no deben pagar el impuesto y qué alícuotas corresponden a quienes sí deban pagarlo, el Gobierno aprovecha la inflación para cobrarle el impuesto a quienes vayan atravesando aquel umbral de pago, y para cobrarle mayores alícuotas a quienes vayan atravesando los distintos rangos establecidos para cada alícuota, aun cuando no hayan tenido aumentos de poder adquisitivo.
El Gobierno habrá distorsionado las decisiones previas sobre quiénes debían pagar el impuesto y en qué proporciones. Habrá aumentado así la presión impositiva sin crear nuevos impuestos ni subir alícuotas.
Esto es lo que ha estado haciendo el Gobierno Nacional durante los últimos años.
Al no aumentar mínimo no imponible de Ganancias, ni modificar las escalas de sus alícuotas, ha estado aumentando la presión impositiva, porque le ha cobrado el impuesto a quienes no debía cobrarles, y le ha cobrado más impuesto a quienes sí debía cobrarles.
Y en las ocasiones en que aumentó el mínimo no imponible, lo comunicó como un “regalo” del Gobierno. Como si fuera una reducción de impuestos, cuando en realidad no lo es.
Este modo de manejar las cuestiones vinculadas al Impuesto a las Ganancias, entre otras, le ha permitido al Gobierno subir fuertemente la presión tributaria durante los últimos 10 años. Dándose el lujo de decir que nunca sube los impuestos.
El debate de fondo debería estructurarse de otra manera:
1.- Primero definir qué funciones debería cumplir el Estado, para determinar cuál es el gasto público que hay que sostener, incluyendo gastos sociales.
2.- Luego definir con qué estructura tributaria financiarlo, procurando suficiente progresividad y las menores distorsiones posibles sobre la economía.
3.- Redefinir el primero punto, si lo que se desea hacer desde el Estado es imposible de financiar con recursos tributarios.
4.- Finalmente procurar que las definiciones anteriores no sean distorsionadas arbitrariamente por el Gobierno.
Los cuatro puntos deberían debatirse en profundidad.
El último de ellos es el que se cuestiona hoy, referido al Impuesto a las Ganancias.
Justamente lo que el Jefe de Gabinete omite cuando defiende la existencia del Impuesto.
El análisis económico del día. Por Gastón Utrera.