Hasta la elección de octubre, la actividad económica seguramente dará buenas noticias al Gobierno, a diferencia de la inflación, que seguramente habrá agotado para octubre la meta anual. Menores presiones financieras y cambiarias son el principal impacto económico de las PASO.
Sin el enfoque monetario sería imposible comprender la historia inflacionaria argentina, pero transformarlo en un dogma impide comprender por qué la inflación se resiste tanto a bajar, a pesar de la política monetaria contractiva. La inflación núcleo ya lleva un año estancada en el 1.7% mensual.
El Banco Central baja o sube las tasas de interés dependiendo de si interpreta que la inflación está bajando o subiendo. Sin embargo, durante el último año, ha bajado y subido tasas de interés a pesar de que la inflación casi no ha tenido cambios. Algo falla en el modo como interpreta la inflación.
Las estadísticas de la CEDUC muestran que las ventas de departamentos siguen sin recuperarse, probablemente por un contexto macroeconómico que invita más a la inversión financiera que a la inversión inmobiliaria, y créditos hipotecarios que no parecen haber impactado todavía significativamente en Córdoba.
Uno de los objetivos de la libre flotación del dólar que promueve el Banco Central es desalentar el traslado de subas del tipo de cambio a los precios internos. La idea es interesante, pero implica el riesgo de mayor inflación hasta que los precios internos efectivamente se desconecten algún día del dólar.
Preocupación por el atraso cambiario y, a las pocas semanas, preocupación por la suba del dólar. Lo que suele mencionarse como una psicología muy particular de los argentinos es, en realidad, consecuencia de la trampa que implica la combinación de atraso cambiario con inflación.
El argumento oficial en Córdoba es que el aumento de la presión tributaria provincial durante los últimos años fue necesario para compensar menores recursos provenientes de la Nación. Los datos oficiales muestran que, durante los últimos 10 años, esos recursos, lejos de reducirse, se incrementaron.
Cuando el dólar sube más que los costos internos, el costo en dólares del autotransporte de cargas, relevante para la competitividad del interior del país, se reduce, como ocurrió a comienzos del año pasado; cuando el dólar sube menos que los costos internos, ese costo en dólares se incrementa, como ocurrió desde entonces.
Gran parte de la pobreza en el Gran Córdoba es de carácter estructural, es decir, persistente aun en contextos de mejora económica, como el 6.4% de hogares con déficit de ingresos y, además, déficits de vivienda, educación y empleo, entre otros segmentos que suman más de la mitad de los hogares pobres del Gran Córdoba.
Es necesario comenzar a revertir el círculo vicioso consistente en más presión fiscal, menos competitividad, menos creación de empleo, más pobreza, más necesidad de ayuda social y más presión fiscal. Requiere pensar de manera conjunta las agendas de reducción de pobreza y de competitividad sectorial.
Resolver el déficit habitacional de hogares en condición de pobreza en Argentina requeriría inversiones por unos u$s 57,000 millones. Con el doble beneficio de reducir la pobreza estructural y, a través de mayor empleo en segmentos vulnerables, reducir la pobreza por ingresos.
Un enfoque multidimensional de la pobreza muestra que, en el Gran Córdoba, el 6.4% de los hogares (12.9% de las personas) tiene déficit de ingresos, empleo, educación y vivienda. Un núcleo duro de pobreza, seguramente persistente aun en contextos de bajas tasas de inflación y desempleo, que requiere políticas específicas.
Gran parte de las fluctuaciones en la pobreza durante las últimas décadas se explica estadísticamente por la evolución de inflación y desempleo. Esto explica por qué podría bajar fuertemente durante los próximos años, aunque, para perforar el 17%, conviene pensar en una pobreza más estructural.
Si, durante el resto del año, la actividad económica se estancara en el nivel al que llegó en mayo, 2017 cerraría con crecimiento del 2.3%; si, en cambio, continuara creciendo al ritmo observado desde septiembre, 2017 cerraría con crecimiento del 3.5%. Esos pueden ser piso y techo de lo que puede ocurrir este año.
Con inflación este año entre 20% y 25%, el argumento del BCRA de que, aun incumpliendo sus metas, logra menor inflación que la heredada, será menos defendible cuanto más cerca termine del 25%. El problema es que, dada la persistencia que viene mostrando la inflación, existe un alto riesgo de terminar más cerca de 25% que de 20%.