1.- Dos claves de análisis para anticipar lo que puede ocurrir con el dólar durante 2019: (a) todos […]
Tipo de cambio
Uno de los objetivos de la libre flotación del dólar que promueve el Banco Central es desalentar el traslado de subas del tipo de cambio a los precios internos. La idea es interesante, pero implica el riesgo de mayor inflación hasta que los precios internos efectivamente se desconecten algún día del dólar.
Preocupación por el atraso cambiario y, a las pocas semanas, preocupación por la suba del dólar. Lo que suele mencionarse como una psicología muy particular de los argentinos es, en realidad, consecuencia de la trampa que implica la combinación de atraso cambiario con inflación.
Hay críticos de la política económica actual que plantean que el proceso de endeudamiento es insostenible. El Gobierno responde que la deuda pública es todavía relativamente baja, lo cual es cierto. El problema actual con el endeudamiento es su impacto sobre el tipo de cambio.
Empresarios de distintos sectores plantean que el atraso cambiario es un problema, y el Banco Central responde que con flotación cambiaria no puede haber atraso, porque el mercado siempre se equilibra. Están hablando de desequilibrios y equilibrios diferentes.
Déficit fiscal y tipo de cambio están estrechamente relacionados: un déficit fiscal elevado mantiene bajo el tipo de cambio. Como ocurre actualmente, cuando el endeudamiento externo para financiar el déficit fiscal genera exceso de dólares y bajo tipo de cambio.
Parte de las subas recientes del tipo de cambio se deben a lo que está ocurriendo con las monedas de la región luego del triunfo de Trump, pero una parte aún mayor se debe a la política de reducciones sistemáticas de las tasas de interés ejecutada por el BCRA desde junio.
Analizar la evolución de las exportaciones de servicios ayuda a reflexionar sobre si los problemas de competitividad de la industria son consecuencia o no de un atraso cambiario (además de otros factores). El análisis refuerza la idea de que sí lo es.
La falta de competitividad industrial podría ser consecuencia de sobrecostos industriales, de atraso cambiario, o de ambos. Analizar la evolución de las exportaciones de servicios no afectados por sobrecostos industriales refuerza la idea de que el atraso cambiario es parte del problema.
En un contexto de alta inflación, las devaluaciones no funcionan como cabría esperar, aumentando más el tipo de cambio que los precios internos, porque el tipo de cambio funciona como valor de referencia, impactando sobre la mayoría de los precios.
La actual flotación cambiaria tiende a amortiguar el impacto de los shocks externos y a reducir la especulación cambiaria y, a largo plazo, podría contribuir a desligar del dólar a los precios internos. Pero es difícil de ejecutar cuando la inflación está todavía tan ligada a los movimientos del dólar.
El impacto del Brexit sobre las monedas latinoamericanas duró poco. Desde fines de junio, las monedas de la región han estado apreciándose, recuperando valores previos al Brexit. Refuerza la idea de que puede ser bajo su impacto sobre Latinoamérica.
La inflación licuó en sólo seis meses el efecto sobre la competitividad cambiaria de la devaluación de 2014, algo que no alcanzó a ocurrir en los 6 meses desde la última devaluación. Sin embargo, para muchos sectores el problema de atraso cambiario es peor hoy que en 2014.
La política de altas tasas de interés tiende a generar un dólar bajo, mientras que los costos internos requieren un dólar más alto. Aun siendo controvertido cómo calcular un dólar de equilibrio, el actual nivel es bajo comparado con cualquier momento entre 2002 y 2014.
La devaluación de diciembre, como ocurrió con la devaluación previa, de enero de 2014, no logró sacar a la economía argentina del atraso cambiario, y su efecto fue diluyéndose en pocos meses, una señal de alerta para sectores exportadores y que compiten con importaciones.