Es habitual pensar que la única forma de eliminar una brecha cambiaria (dólar paralelo mayor que el oficial por controles de cambios) es eliminando los controles y subiendo el dólar oficial al nivel del dólar paralelo. Una unificación cambiaria hacia arriba.
No es la única forma de hacerlo, y puede ser problemática si requiere una suba demasiado grande del dólar oficial.
En el caso que interesa hoy, cuando el próximo gobierno tenga necesidad de eliminar el cepo, el atraso cambiario será muy importante (ya lo es hoy; ver Economía en 1 gráfico: La magnitud del atraso cambiario).
Volver a la situación de fines de 2007 requeriría duplicar el tipo de cambio oficial. Con brecha cambiaria del 50%, el cepo puede eliminarse, unificando el tipo de cambio, con sólo la mitad del aumento necesario para recuperar competitividad cambiaria.
Pero es difícil evitar que una devaluación cercana al 50% se traslade a precios internos, como ocurre cada vez que se devalúa en contextos de alta inflación y de desempleo lo suficientemente bajo como para que los sindicatos intenten defender poder de compra de los salarios.
Unificación hacia abajo
La estrategia opuesta, que contradice aquella visión habitual de que sólo es posible una unificación cambiaria hacia arriba, es la de atraer suficientes dólares financieros para que el dólar paralelo caiga hasta el nivel del oficial, y eliminar entonces el cepo. Una unificación cambiaria hacia abajo.
En este caso no se acelera la inflación, pero continúa el problema de atraso cambiario por unificar a un tipo de cambio demasiado bajo.
Es exactamente lo que propuso el equipo económico de Sergio Massa en octubre del año pasado, cuando se comprometió a presentar públicamente, al mes siguiente, su plan para salir del cepo cambiario en 100 días.
Tal compromiso nunca se cumplió, pero las medidas mencionadas en aquella oportunidad se centraban en atraer dólares financieros, sin referencia alguna a cómo resolver el atraso cambiario (ver Riesgos de abrir el cepo sólo con deuda).
De tal modo que unificando hacia arriba se corre riesgo de acelerar la inflación y unificando hacia abajo se corre el riesgo de sostener el atraso cambiario. En cualquiera de ellas pueden persistir entonces las expectativas de futuras subas del tipo de cambio.
Unificar al medio
Una tercera alternativa sería (a) fijar metas descendentes de inflación para cada uno de los cuatro años de gestión, (b) acordar con sindicatos y empresarios pautas salariales y de precios compatibles con aquellas metas inflacionarias, (c) reducir gradualmente el déficit fiscal y la emisión de dinero en magnitudes compatibles con las metas inflacionarias, (d) liberar todas las restricciones a la compra de dólares, creando un dólar financiero legal, distinto del dólar comercial, naturalmente superior a éste, (e) subir gradualmente durante los cuatro años el dólar comercial, algunos puntos por encima de la inflación, (f) unificar el tipo de cambio cuando financiero y comercial coincidan.
Esta estrategia no unificaría de inmediato, hacia arriba o hacia abajo, sino que lo haría en un punto medio, con cierta baja del dólar financiero a medida que la regeneración de confianza atraiga dólares financieros y una suba gradual del dólar comercial.
Y, mientras la inflación va cediendo, la suba gradual del dólar oficial va mejorando la competitividad cambiaria, lo que podría sostenerse hasta recuperar niveles razonables.
Esta tercera alternativa, bien calibrada, podría lograr unificación cambiaria en menos de dos años y eliminación del atraso cambiario en menos de cuatro años.
Podría tener menos efectos colaterales adversos y, por lo tanto, menor riesgo de fracaso.
El análisis económico del día. Por Gastón Utrera.
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