Falsa opción entre inflación y desempleo

El análisis económico del día. El Presidente del BCRA justificó la elevada inflación planteando que es peor tener baja inflación a costa de alto desempleo. Y que muchos países han optado por esto último.

Se trata de una falsa opción, refutada por la realidad. Tenemos que aspirar a que tanto la inflación como el desempleo sean bajos. De lo contrario no podremos reducir la pobreza.


La evidencia irrefutable de que la inflación es alta hace que el Gobierno haya pasado de negarla a justificarla.

El presidente del BCRA, Alejandro Vanoli, lo hizo preguntando si es mejor inflación alta pero con elevado salario real o inflación baja pero con altos niveles de desempleo y pobreza.

Y agregó que “muchos países, por el hecho de tener una inflación baja, aceptaron vivir con desempleo alto y una política de distribución del ingreso negativa”.

Se trata de una falsa opción. No es necesario elegir entre inflación o desempleo. El objetivo debería ser inflación y desempleo bajos.

Es posible. Lo demuestra la experiencia internacional. De hecho, es difícil detectar a qué países se refiere Vanoli cuando habla de los países que optaron por baja inflación a costa de alto desempleo.

Entre los países desarrollados, Estados Unidos tiene 1.2% anual de inflación y 5.8% de desempleo; Japón 1% de inflación y 3.6% de desempleo; Alemania 1.2% de inflación y 6.7% de desempleo; Australia 2.2% de inflación y 6.2% de desempleo; Canadá 1.1% de inflación y 6.5% de desempleo.

En los países no desarrollados ocurre algo similar. China tiene 3.2% anual de inflación y 4.1% de desempleo; India 10.2% de inflación y 8.8% de desempleo; Brasil 5.8% de inflación y 4.9% de desempleo; Chile 1.7% de inflación y 6.6% de desempleo; Colombia 1.8% de inflación y 8.4% de desempleo; México 3.4% de inflación y 4.8% de desempleo; Perú 3% de inflación y 5.1% de desempleo.

Es aburrido seguir chequeando. Si algo predomina en el mundo es la combinación de baja inflación con bajo desempleo (España y Grecia tienen alto desempleo, no por haber optado por baja inflación, sino por la crisis financiera). La realidad refuta a Vanoli de manera contundente.

La experiencia argentina también lo refuta. Porque Vanoli asocia la pobreza a la baja inflación, como consecuencia del desempleo, que también relaciona con la baja inflación.

Y la realidad es que hoy tenemos igual pobreza que a finales de los ’90, cuando el desempleo era mayor, justamente como consecuencia de que la inflación es hoy mayor que en aquel entonces. El Gobierno lo sabe, y por eso dejó de publicar, con argumentos inverosímiles, estadísticas oficiales de pobreza.

Ocurre que tanto la inflación como el desempleo generan pobreza. El desempleo destruyendo ingresos y la inflación licuando su poder adquisitivo.

Por eso la pobreza durante los últimos 10 años ha sido como una imagen en el espejo de la pobreza en los ’90 (ver nota “Pobreza 40-20-30”).

Y con un agravante. Los desastres económicos que generan tanto desempleo como inflación, potencian el aumento de la pobreza. Ocurrió en 2002, cuando la pobreza superó el 50% de la población.

Lo que hoy está ocurriendo no tiene la magnitud de lo de 2002, pero es cualitativamente similar, en el sentido de que están empezando a combinarse la inflación y el desempleo.

Lo muestran las estadísticas oficiales: el desempleo comenzó a subir. Pasó en el último año del 6.8% al 7.5%.

Pero resulta que disminuyó fuertemente la cantidad de personas en el mercado laboral porque, según las estadísticas oficiales, hubo muchos desempleados que dejaron de buscar empleo.

Significa que el deterioro del mercado laboral ha sido mayor de lo que indica aquel aumento de la tasa de desempleo (y que tal vez el dibujo estadístico haya llegado a las estadísticas laborales).

Lo que plantea Vanoli es entonces una falsa opción. No es necesario optar entre inflación y desempleo.

Debemos aspirar a lograr baja inflación y bajo desempleo, en lugar de conformarnos con objetivos mediocres.

De otro modo no es posible reducir la pobreza.

El análisis económico del día. Por Gastón Utrera.